Huida al paraíso

Nuestro primer destino se encuentra a cerca de 180 km de Río de Janeiro, poco más de 2 horas y media de viaje. Tome un avión hasta la Ciudad Maravillosa y, una vez allí, alquile un coche, fundamental para aprovechar mejor este itinerario.

Búzios era una pequeña y tranquila villa de pescadores hasta los años 1960, cuando recibió la visita de la actriz Brigitte Bardot. En el ápice de su carrera, la francesa se enamoró del lugar y lo divulgó al mundo. Desde entonces, el flujo de turistas a la ciudad no deja de crecer.

El Calçadão da Orla Bardot, en la Praia da Armação, testigo de la influencia de la musa sobre la vida local y exhibe una estatua en bronce en su homenaje. Desde la rambla, se tiene una hermosa vista de la costa y de los barcos de pesca allí ancorados y que aún se usan, mostrando que la ciudad acogió el turismo sin abandonar su vocación pesquera. Ese lugar es concurrido de día, ya que desde allí salen los barcos que visitan las playas e islas, y de noche, ya que concentra bares, restaurantes y discotecas.

A la hora de elegir una playa, vamos a Ferradura. Es una de las más tranquilas de Búzios, debido a su forma en «U», lo que hace que sus aguas sean plácidas y cristalinas. Además, es ideal para relajarse en pareja, alternando entre un baño en el mar y un aperitivo servido en los quioscos, que se vuelven aún mejores acompañados de bebidas bien heladas. Si le gusta el deporte, aquí se puede practicar SUP y canotaje.

Por la noche, la mejor opción es la famosa Rua das Pedras, cuyo nombre se debe a su adoquinado. Además de restaurantes, también se encuentran muchas tiendas refinadas, con diversas opciones para hacerle un regalo sorpresa a la persona amada. Y después de una cena romántica, ¿qué le parece acercarse a una de las discotecas de la calle?

Las aguas cristalinas de Arraial do Cabo, a cerca de 40 km de Búzios, son una invitación casi irrecusable a baños, paseos en barco y buceo. La vida marina allí es abundante, para la alegría de los buceadores profesionales y aficionados.

La Praia do Forno es una de las mejores para esa actividad, gracias a la visibilidad y a la temperatura del agua, más cálida que la de las demás playas de la región. La naturaleza sublime alrededor contribuye a crear un ambiente de paraíso perdido, que se hace aún más evidente cuando la vemos desde el mar, mientras practicamos SUP, kayak o windsurf.

La Praia do Farol, segunda del día, no se queda atrás en la categoría belleza. Sus dunas de arena blanca forman un bonito contraste con el azul verdoso de su mar. Y las aguas revelan una gran diversidad de vida subacuática. La playa está ubicada en una reserva ecológica y la única manera de llegar allí es en barco. Pero el esfuerzo merece la pena, ya que el lugar cuenta aun con sitios arqueológicos y ruinas históricas.

Más tarde, el mejor programa es pasear por las playitas del Pontal do Atalaia, de aguas plácidas y claras, rodeadas de piedras. Y, antes del atardecer, subir la colina para apreciar la más bonita puesta de sol de la región. Un programa ideal para terminar un fin de semana de playas romántico.