Cinco días paseando por las ciudades históricas de Minas Gerais y por las obras del mayor artista del barroco brasileño.

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Lo poco que se sabe acerca de la vida de Antônio Francisco de Lisboa, Aleijadinho, se escribió 40 años después de su muerte. No se tiene mucha certeza sobre su biografía, rodeada de misterio, leyendas y controversias. Sin embargo, si su trayectoria de vida no dejó muchos rastros, su obra lo hizo inmortal.

Arquitecto, escultor y pintor, fue el principal artista del rico barroco brasileño. Y uno de los más prolíficos. Realizó miles de diseños, esculturas, piezas y pinturas, todos con impresionante refinamiento, que garantizaron a su autor un lugar destacado en la historia del arte del Occidente.

Este itinerario pasa por 5 de las ciudades que acogieron sus creaciones. Sumérjase en la obra de ese gran artista y en las bellezas de los destinos del interior de Minas Gerais.

Día
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Día 1
Museo al descubierto

Sabará, a 20 km de Belo Horizonte, es un museo del barroco brasileño al descubierto. En la ciudad cuyo centro histórico es protegido por el Instituto del Patrimonio Histórico y Artístico Nacional (Iphan), es posible observar construcciones delas tres etapas brasileñas del movimiento, que tiene en Aleijadinho su mayor representante.

El artista participó en la construcción de la Iglesia de Nossa Senhora do Carmo. Su contribución tuvo lugar sobre todo en la albañilería, en bonitos relieves en el frontispicio y en la portada. Y, en el interior, sobresalen las estatuas de São João da Cruz y de São Simão Stock, que fueron recientemente restauradas y están entre los ejemplares superiores de su trabajo.

Cerca de allí, se encuentra la pequeña casa en que vivió. No está abierta a visitas, pero merece la pena pasar enfrente e imaginar un poco de su rutina, saliendo de allí y caminando hasta la iglesia.

Otros lugares que merecen una visita son el Museo de Arte Sacra, cuyo acervo, dedicado a la historia del barroco, tiene diversas piezas importantes, incluso de Aleijadinho. Y el Museu do Ouro, que retrata el Ciclo del Oro brasileño, cuando los portugueses exploraban el metal y lo enviaban a Europa. El museo funciona en una casa donde el oro era acuñado y tributado, y exhibe herramientas que se utilizaban en la extracción, así como utensilios de plata, armas y muebles.

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Día 2
Ciudad natal de Aleijadinho

Antes de llamarse Ouro Preto, la ciudad natal de Aleijadinho era conocida como Vila Rica. Por allí pasó una gran parte del oro brasileño enviado a Portugal.

Situada a 120 km de Sabará, Ouro Preto está calificada como Patrimonio Cultural de la Humanidad por la Unesco. Su centro histórico parece haber parado en el tiempo, con caserones y monumentos muy bien conservados. Y en sus innúmeras cuestas, transformadas en calles, se encuentran algunas de las preciosidades del barroco. La mayor de estas es la Matriz de Nossa Senhora do Pilar, con su impresionante interior revestido con 400 kg de oro y repleto de piezas sacras y esculturas. En el subsuelo de la sacristía se encuentra el Museo de Arte Sacra, con muchas obras del siglo XVIII.

Aleijadinho no participó en la construcción de la Matriz, pero uno de sus más importantes proyectos arquitectónicos se encuentra cerca de allí. Se trata de la Iglesia de São Francisco de Assis, significativo monumento del arte colonial. La pintura del techo es un espectáculo aparte, realizada por Mestre Ataíde, genio de la perspectiva.

Esta iglesia forma parte del circuito del Museo Aleijadinho, que aun comprende el Santuario Nossa Senhora da Conceição de Antônio Días y la Iglesia Nossa Senhora das Mercês e Perdões. Además de sus obras, hay muchas importantes piezas del arte sacra brasileña, elaboradas por diversos artistas.

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Día 3
Los 12 profetas

La principal atracción de Congonhas nació de una promesa. Enfermo tras trabajar muchos años en minas de oro, el inmigrante portugués Feliciano Mendes juró construir un templo si recuperara su salud. De ese modo, en 1757, tuvo inicio la construcción del Santuario Bom Jesus de Matosinhos. Pero el inmigrante murió sin ver la obra acabada. Una pena, ya que el conjunto final es considerado uno de los mayores ejemplos del arte barroco en Brasil y fue reconocido por la Unesco como Patrimonio Cultural Mundial.

Como si no bastara la belleza de la iglesia, su atrio guarda una obra maestra de Aleijadinho: el conjunto de las estatuas en esteatita (piedra de jabón) de los 12 profetas, del cual forma parte la escultura de Daniel, considerada la más bonita de todas y el ápice de su talento. Hay otras piezas del escultor, como la impresionante Vía Crucis, con seis capillas que representan los pasos de la Pasión de Cristo.

Toda la historia de la Basílica se cuenta en el Museo de Congonhas, así como la del barroco y la de la religiosidad en esa región de Minas Gerais. Sus exposiciones alternan la exhibición de piezas de época y la utilización de modernos recursos multimedios, para hacer la experiencia y el aprendizaje aún mejores. La ciudad está ubicada a 60 km de Ouro Preto y a 115 km de Tiradentes, próximo destino de nuestro itinerario.

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Día 4
Más perlas del barroco

La pequeña ciudad de Tiradentes esconde muchas perlas del barroco. La más importante es la Iglesia Matriz de Santo Antônio. Vista desde prácticamente toda la ciudad, en virtud de su ubicación elevada, impresiona por la cantidad de oro en su interior y por las estructuras de la fachada y de la portada, creadas por Aleijadinho.

El Chafariz de São José es una de las postales de la ciudad y está un poco alejado del centro, pero merece la pena ir allí caminando. Durante mucho tiempo, fue la principal fuente de abastecimiento de agua de la ciudad. Dicen por allí que quienes beben de uno de sus grifos enseguida se casan.

Al atardecer, relájese en el Largo das Forras, la principal plaza de Tiradentes, y aprecie las construcciones coloniales alrededor. De preferencia, «trocando dois dedos de prosa» (expresión mineira que significa entablar una charla informal) con los habitantes locales, repletos de historias que contar.

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Día 5
Campanas y Maria Fumaça (Locomotora de vapor)

¿Qué le parece terminar el paseo haciendo un viaje en el tiempo? Aquí, es posible. Basta con embarcar en la Maria Fumaça (Locomotora de vapor) que une los poco más de 15 km entre Tiradentes y São João del Rei para sentirse como si estuviera en principios del siglo XX, cuando se construyó la locomotora que hace diariamente este trayecto. Para tener la vista más bonita, elija el lado derecho del tren.

São João del Rei también es conocida como Ciudad de las Campanas, por hacer sonar las campanas de sus iglesias para anunciar las misas y la hora del Ave María. Entre las que repican se encuentra la de la Catedral Basílica Nossa Senhora do Pilar, tan bonita como su homónima ubicada en Ouro Preto y protegida por el Instituto del Patrimonio Histórico y Artístico Nacional (Iphan).

Aleijadinho dejó su marca en la Iglesia de São Francisco de Assis, protegida también por el Iphan. Construida en 1774, está ubicada en un jardín enmarcado por palmeras imperiales. Su puerta fue esculpida en esteatita (piedra de jabón) y su interior abriga un gran candelabro de cristal, además de la tumba del expresidente Tancredo Neves. Nacido en esta ciudad, el político tiene aun un memorial en su homenaje, no muy lejos de allí, con un acervo de documentos e informaciones sobre su trayectoria.

Al final del viaje, usted entenderá por qué las obras de Aleijadinho maravillan a todos desde hace más de 200 años. Y seguirán maravillando por muchos más.

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